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No maldigas tus desgracias, mejor aprende de estas; no te dejes envanecer por
tus éxitos, mejor disfrútalos conservando la misma humildad que te ayudó a
lograrlos.
Uno no ha de maldecir sus desgracias o
si no se vuelve aún más infeliz. Lo mejor es que aprenda de ellas. Tampoco uno
debe de dejarse envanecer por sus éxitos, más bien debe de conservar la misma
humildad que le ayudó a lograrlos.