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Un corazón puro no puede ser corrompido, ni por la mayor de las tentaciones, ni
por un gran poder.
Si alguien es de corazón puro, no se
dejará arrastrar ni por una gran tentación ni por un gran poder, seguirá
siempre fiel a sus principios y leal a sus valores, y jamás se dejará corromper
por el poder. Porque sus convicciones serán más fuertes que la tentación o el
poder.