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La lluvia purifica el mundo al igual que la benevolencia purifica el alma.
¡Magnífica frase! Y es que del mismo
modo que la lluvia purifica el mundo, lo limpia, lo sana, pues la benevolencia
igual, es lo que limpia el alma, lo que la embellece y la sana. Cuando alguien
es benevolente de verdad, se le purifica el alma, pues el bien lo purifica
todo. Muy buena analogía.