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El destino de una persona inmoral es como el de un barco que se va a pique,
poco a poco se va hundiendo, en un profundo y oscuro océano.
Buena analogía. Y es que el destino de
una persona inmoral es como la de un barco que se va hundiendo lentamente, poco
a poco va a peor, y cada vez más se va hundiendo en un destino oscuro. Y es que
quien hace el mal se va forjando un destino desalentador. Al final el mal
siempre acaba hundido.